Yazd, Irán, la ciudad zoroatrista - Panavisión Tours

Yazd, Irán

Italia

Yazd, Irán, la ciudad zoroatrista

Yazd es una ciudad muy vinculada al zoroatrismo, como se deja ver en sus monumentos

A las puertas del desierto, como si fuera un oasis de casas de adobe y cúpulas azules, se encuentra Yazd, Irán, una de las ciudades imprescindibles para visitar en el país persa. En las callejuelas de esta localidad podrá sumergirse en lo más profundo de una de las religiones más antiguas de la Humanidad, el zoroatrismo.

Yazd está construida sobre un oasis justo antes del desierto de Kavir, el gran desierto de sal de Irán. En los tiempos de la Ruta de la Seda, esta era la última parada antes de enfrentarse a las enormes salinas de Kavir, como tuvo que hacer Marco Polo en 1272, cuando dejó escrito el trabajo de los artesanos de la ciudad con la seda.

Hoy en día Yazd, Irán, es una de las principales ciudades zoroatristas de Irán. Esta religión, que antaño fue la principal del Imperio Persa, sigue conservando un buen número de fieles en esta ciudad a pesar del dominio del islam sobre esta tierra.

Las Torres del Silencio son, probablemente, el elemento más espectacular de esta religión. Se trata de atalayas en las afueras de la ciudad en la que los zoroatristas llevan a sus muertos para practicar sus rituales. Según sus creencias, el cadáver corrupto de un hombre no puede ensuciar los elementos puros de la naturaleza, fuego y tierra, así que los colocan en lo alto de estas torres, lejos del suelo, para que los animales carroñeros lo devoren. Una vez solo quedan los huesos, estos se guardan en osarios en el interior de los propios edificios.

Hoy en día, estas torres abandonadas, a las puertas del desierto, constituyen uno de los principales atractivos de Yazd. Podrá contemplar estas atalayas, que se yerguen orgullosas sobre las arenas del desierto e impresionan a los viajeros desde hace milenios.

En la ciudad de Yazd, Irán, también podrá descubrir el Templo de Zoroastro, también llamado el Templo de Fuego o Pireo. Se trata de uno de los templos zoroatristas más importantes de Irán, donde se conserva una llama que, según la tradición, ha ardido incansablemente durante más de 1500 años –aunque lleva en el Templo solo desde 1935-. El fuego es uno de los elementos más característicos de esta religión, que ven este elemento como un símbolo de la divinidad, hasta tal punto que, en otros tiempos, se conocía a sus seguidores como “Adoradores del Fuego”. En el interior del templo también hay un museo de costumbres del zoroatrismo que permitirán a los viajeros sumergirse en las costumbres de este culto.

El complejo de Amir Chakhmaq es otro de los lugares que merece la pena visitar de Yazd. Se trata de un edificio que sorprende por su fachada con filas de grandes hornacinas simétricas y decoradas con azulejos y dos altos minaretes. Su interior es un auténtico centro cívico, ya que cuenta con una de las mezquitas más importantes de la ciudad, una casa de baños e incluso un bazar. La mejor hora para acudir a este edificio es al caer la noche, cuando la iluminación anaranjada hace brillar las hornacinas en conjunción con la puesta de sol. Un espectáculo impresionante.

Tampoco puede perderse la espectacular Mezquita de los Viernes, con una puerta de entrada ciclópea en la que destacan los minaretes de 48 metros de altura, todo ello recubierto con los delicados azulejos iraníes. Aunque a veces se vea eclipsada por la puerta, la cúpula de este templo es una de las más bellas de Irán. No pierda detalle de este edificio.

En la ciudad de Yazd también podrá descubrir uno de los símbolos de la arquitectura iraní, los captadores de viento. Se trata de torres huecas que recogen el árido viento del desierto y lo hacen pasar por estancias conectadas con los depósitos subterráneos de agua, enfriándolo y refrescando edificio. Un ingenio muy típico de esta región central de Irán y que se disfruta muy agradablemente en Yazd. El más conocido es Dowlat-abad, el captador de viento más alto de Irán, con una altura de 33 metros.

Para despedirse de Yazd, no dude en subirse a alguna terraza o alminar y disfrute de una panorámica espectacular de esta ciudad ocre en medio del desierto, embellecida por cúpulas azules que realzan la magia de su color.